Las 5 heridas emocionales del alma
Hace unos quince años descubrí la labor de investigación del psiquiatra americano John Pierrakos sobre las heridas del alma, la cual me fascinó. Desde entonces no he dejado de observar a miles de personas con el fin de especializarme en este campo y sobre todo establecer el importante vínculo existente entre las heridas interiores y la apariencia física del ser humano. Les presento a continuación algunas de mis observaciones personales.
Hay en total cinco heridas y son, por orden cronológico: el rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la injusticia. Todos nacemos con varias de estas heridas, pero las vivimos en grados diferentes. Estas heridas se crearon en una vida anterior y siguen presentes, ya que no han sido aceptadas.
Así pues, podemos deducir que una herida de rechazo, por ejemplo, habría empezado cuando una persona rechaza a otra y no se acepta en esta situación. Esta experiencia de rechazo es consecuencia de un rechazo de sí misma. Se convierte en un círculo vicioso: nos rechazamos, rechazamos a los demás y hacemos que nos rechacen… todo ello para concienciarnos del rechazo que sentimos por nosotros mismos. Ocurre lo mismo con las otras heridas.
Una herida aparece en cuanto empieza la no aceptación, del mismo modo que pueden aparecer de repente numerosas llagas, heridas o enfermedades en el cuerpo de un ser humano. Si éste no se ocupa de la curación de una herida, ésta se agrava cada vez más y, nada más tocarla, le hará cada vez más daño. En consecuencia, somos responsables de ocuparnos personalmente de la curación de nuestras heridas del alma para crearnos una calidad de vida mejor.
Todos los acontecimientos desagradables, difíciles, estresantes que le ocurren pueden estar relacionados con una de sus heridas. Esto incluye todo lo que le ocurre en el plano mental (ansiedad, miedos,…), emocional (culpabilidades, emociones, iras,…) y físico (malestares, enfermedades, accidentes,…).
En el momento de la concepción de un bebé ya empiezan a activarse todas las heridas por parte de sus padres o de los que van a desempeñar este papel. Por ello, es MUY IMPORTANTE que recordemos que no sufrimos nuestras heridas A CAUSA de nuestros padres, sino más bien por el hecho de que necesitamos este tipo de padres con sus propias heridas para concienciarnos de las nuestras y así desencadenar el deseo de querer curarlas.
En cuanto se activa una herida y no la aceptamos, reaccionamos automáticamente. Si alguien le toca a usted una llaga abierta en su cuerpo, reaccionará del mismo modo. Su reacción dependerá de la gravedad de la llaga. Cuanto más le duela, más fuerte y rápida será la reacción. Por lo que se refiere a las heridas del alma, a esta reacción la llamo "llevar una máscara". ¿Por qué? Porque cuando nos sentimos heridos y no asumimos nuestra responsabilidad, acusamos a los demás de hacernos daño (o nos acusamos de sentirnos heridos) y no somos nosotros mismos.
Asumir nuestra responsabilidad significa sencillamente sentir esta herida y reconocer que no es la otra persona la que nos ha hecho daño, sino que el sufrimiento viene del hecho de que todavía no nos hemos ocupado de la curación de la herida.
Tomemos como ejemplo que alguien le pisa el dedo gordo del pie que está infectado e hinchado. Usted probablemente va a reaccionar, y hay muchas probabilidades de que diga cosas no muy amables o que incluso empuje con fuerza a la persona con el riesgo de hacerle daño. Le parecerá sin duda que esta reacción es absolutamente normal, pero reflexione bien: si su dedo del pie estuviera curado y se produjera de nuevo el mismo incidente, probablemente no reaccionaría. Esto quiere decir que cuando reaccionamos, expresamos nuestro sufrimiento y no somos nosotros mismos: he aquí la razón por la que llamamos a esta actitud de reacción "llevar nuestra máscara". Cada herida tiene su máscara respectiva, es decir, el comportamiento de reacción no es el mismo para cada herida.
A continuación vamos a describir brevemente estas cinco heridas, con sus máscaras respectivas, con el fin de reconocerlas rápidamente tanto en la actitud y el comportamiento como en la apariencia física.
Cuanto más vea en usted varios aspectos de una descripción, más importante será la herida. Por ejemplo, si todo el cuerpo responde a una descripción, la herida será mucho más grande que si solamente responde a ella una parte de su cuerpo.
RECHAZO:
Despertar de la herida: Desde la concepción hasta un año de edad. Despertada por el padre del mismo sexo. No se ha sentido acogido, aceptado por él. Así pues, esta herida se vive en la vida con las personas del mismo sexo.
Máscara: Huidizo.
Actitud y comportamiento del huidizo: Cree que no tiene derecho a existir. Se pregunta qué es lo que hace en este planeta. Se considera inútil y sin valor. Se aísla fácilmente del mundo exterior huyendo en su propio mundo. Encuentra también numerosas maneras de huir (astral, sueño, droga, alcohol, etc.). Una forma de aislarse del mundo físico es interesarse en todo lo que es mental, intelectual. Se aísla y se siente inútil aunque esté en presencia de otras personas, ya que ocupa un espacio tan pequeño que se hace casi invisible ante los ojos de los demás. Es a menudo un perfeccionista obsesivo en ciertos campos. Se crea un ideal inalcanzable. Siente pánico fácilmente a consecuencia de las situaciones que origina con gran habilidad.
Cuerpo físico: Cuerpo pequeño y estrecho, delgado. Parte alta del cuerpo contraída, replegada sobre sí misma. Partes del cuerpo muy pequeñas o carentes, como por ejemplo ausencia de nalgas. Partes del cuerpo asimétricas. Las ojeras dan la impresión de llevar una máscara alrededor de los ojos. Tendencia a sufrir problemas de piel. Ojos pequeños. Voz baja, apagada.
ABANDONO:
Despertar de la herida: Entre el nacimiento y los tres años de edad. Despertada por el padre del sexo opuesto. No se ha sentido apoyado y le ha faltado sobre todo alimento afectivo. Así pues, esta herida se vive en la vida con las personas del sexo opuesto.
Máscara: Dependiente.
Actitud y comportamiento del dependiente: Busca a toda costa atención, apoyo y sobre todo protección por parte de los que le rodean. Puede incluso convertirse en víctima y ponerse enfermo solamente por recibir atención. Le cuesta funcionar solo. Le cuesta mantenerse en pie, se apoya sobre los demás o sobre algo. Tiene muchos puntos en común con el actor, le gusta ser el centro de atención. Pide regularmente, no por necesidad, sino sobre todo para recibir atención. Al envejecer la idea de estar solo le angustia cada vez más.
Cuerpo físico: Cuerpo largo y delgado, sin dinamismo. Sistema muscular subdesarrollado. Hombros caídos. Espalda encorvada. Partes del cuerpo caídas, flácidas, o situadas más abajo de lo normal, como por ejemplo nalgas bajas. Grandes ojos tristes o caídos. Voz infantil o voz quejumbrosa.
HUMILLACIÓN:
Despertar de la herida: Entre uno y tres años de edad. Despertada con el padre que reprimía todo tipo de placer físico. Puede ser uno de los dos padres o los dos. Se ha sentido vejado en su libertad de conocer le placer físico.
Máscara: Masoquista.
Actitud y comportamiento del masoquista: Es una persona muy sensual a la que le gustan los placeres asociados con los sentidos, pero que los rechaza por miedo a desbordar, a perder el control y a sentir vergüenza. Hace todo lo posible para no ser libre, por lo que se vuelve muy servicial y se ocupa de las necesidades de sus allegados antes que de las suyas. El masoquista siente a menudo asco de sí mismo, se trata de desalmado, de guarro, de indigno. Se recompensa a menudo con comida, lo que le da la razón de sentirse asqueado de sí mismo. Atrae situaciones en público para hacerse humillar.
Cuerpo físico: Cuerpo lleno de curvas, cara redonda, brazos redondos, cuerpo redondo, etc. Generalmente tiene un exceso de peso. De baja estatura. Ropa a menudo demasiado ceñida. Ojos redondos, abiertos e ingenuos como un niño. Voz dulce, melosa.
TRAICIÓN:
Despertar de la herida: Entre los dos y los cuatro años de edad. Despertada con el padre del sexo opuesto. Se siente traicionado, manipulado o que le han mentido. Este padre no ha respondido a sus expectativas. Ha perdido su confianza en él. Así pues, esta herida se vive en la vida con las personas del sexo opuesto.
Máscara: Controlador.
Actitud y comportamiento del controlador: Tiene una personalidad fuerte, le gusta controlar a los demás para que respondan a sus expectativas. Su presencia no pasa inadvertida en un grupo. Busca ser especial e importante. Es intolerante e impaciente con las personas lentas. Intenta imponer su punto de vista a toda costa. Muy seductor y manipulador. Es escéptico con los demás, tiene miedo de que le seduzcan. Le cuesta comprometerse con las personas del sexo opuesto. No confía fácilmente en los demás. No puede tolerar que le mientan, aunque él miente a menudo a los demás. Es especialista en culpar a los demás, no asume su responsabilidad, pero quiere que todo el mundo le considere muy responsable.
Cuerpo físico: El hombre presenta los hombros más anchos que las caderas. Exhibe fuerza y poder en la parte alta del cuerpo. En la mujer la fuerza se encuentra más bien en la pelvis y las caderas son más anchas y fuertes que los hombros. Fuerza en las nalgas, los muslos, las piernas. Ojos grandes con una mirada intensa y seductora. Voz fuerte.
INJUSTICIA:
Despertar de la herida: Entre los cuatro y los seis años de edad. Despertada con el padre del mismo sexo. Se ha sentido bloqueado en el desarrollo de su individualidad. Ha sufrido la frialdad y la insensibilidad de este padre. Esta herida es vivida en la vida con las personas del mismo sexo.
Máscara: Rigidez.
Actitud y comportamiento del rígido: Muy perfeccionista, quiere vivir en un mundo perfecto. Para no sentir las imperfecciones se ha desconectado de su sensibilidad. Parece un eterno optimista, incluso aunque todo vaya mal. Raramente admite vivir problemas, sufrir fatiga o incluso malestar físico. No respeta sus límites, dado que no los siente. Se controla fácilmente (peso, comida, ira, etc.). Pasa por frío e insensible. Se siente apreciado por lo que hace y no por lo que es. Es muy exigente consigo mismo.
Cuerpo físico: Tiene un cuerpo bien proporcionado, derecho, rígido o partes del cuerpo muy tiesas, rígidas. Su cuello está tieso y a menudo se ven los nervios del cuello marcados. Mandíbula apretada. Movimientos rígidos, entrecortados. Viste ropa ceñida para enseñar su talla pequeña y a menudo de color negro para aislarse de su sentir. Apariencia muy cuidada; parece sexy pero no sensual. Vientre plano que intenta entrar. Nalgas redondas y curvadas. Tez clara. Ojos penetrantes, brillantes y vivos. Voz seca.
¿Cómo podemos conseguir curar estas heridas?
La primera etapa consiste en aceptarse, en observarse al sentirse herido. Usted puede sentirse rechazado o abandonado, por ejemplo, sin por ello llevar puesta su máscara. Usted tiene que decirse que en ese momento se siente rechazado; verifique todo lo que esto le hace vivir en sus pensamientos y en sus sentimientos, así como lo que siente en su cuerpo físico. Esta capacidad de observarse es mágica.
Usted no tiene por qué estar de acuerdo con lo que vive para llegar a observarse de este modo. El simple hecho de observarse disuelve el dolor y se dará cuenta de que ya no le duele tanto. De esta forma, el hecho de observarnos nos ayuda a respirar mejor, lo cual ayuda a mitigar el dolor. Esta técnica de observación se denomina también de aceptación.
Otra etapa que ayuda es aceptar que TODOS los seres humanos, sin excepción, nacen con heridas.
Cuanto más se dé el derecho de vivir estas heridas, más compasión y tolerancia tendrá por los demás al verles llevar sus máscaras y reaccionar emocionalmente. Así pues, cuanto más se observe a sí mismo, más fácil le resultará observar a los demás sin juzgarles ni acusarles.
Un medio muy eficaz para la curación de nuestras heridas es estar atento a nuestro comportamiento con los demás. En cuanto esté a punto de reaccionar en función de sus heridas, respire profundamente y pregúntese "si actuara según mis necesidades, ¿qué haría en este momento?". Tomemos por ejemplo el caso de una mujer que está cansada después de un duro día de trabajo y que ve que su hijo (o su marido) quiere mucha atención de su parte. Su preferencia sería aislarse para poder descansar.
Debido a su herida de abandono teme que su hijo (o su marido) se sienta abandonado si actúa según sus deseos. Hay muchas probabilidades de que ni siquiera hable de su preferencia y que se esfuerce en darle la atención que le pide. Si éste es el caso, su herida la ha superado, se ha puesto su máscara. Para curar su herida puede reconocer su miedo a abandonar a aquellos que quiere, compartirlo con ellos y decirles que esta noche necesita estar sola.
De esta forma se atreve a afrontar sus miedos sabiendo al mismo tiempo que son causados por su herida de abandono. También es posible que se enfrente a esta situación de una forma reactiva, diciéndole por ejemplo a su marido: "¿Quieres dejarme en paz?, esta noche necesito estar tranquila. Arréglatelas solo". Si éste es el caso, cuando se calme y vuelva a centrarse de nuevo será bueno que reconozca que hasta ese momento su miedo a abandonar a los demás era tan fuerte que no escuchaba sus propias necesidades y que a partir de ahora tiene que aprender a escucharlas sin estar en reacción. Debe sobre todo darse el derecho de pasar por estas etapas necesarias. Y es lo mismo para cada una de las heridas.
Poco a poco, a medida que las heridas se vayan curando, usted volverá a ser la persona que quiere ser : el huidizo ocupará el lugar que le corresponde y se atreverá a afirmarse; el dependiente será más capaz de estar solo, de pedir ayuda solamente para colmar sus necesidades y no para llamar la atención; el masoquista vivirá su sensualidad sin culpabilidad ni vergüenza y escuchará sus necesidades antes que las de los demás; el controlador vivirá su personalidad de jefe y dirigente sin querer controlar a los demás y será más verdadero; el rígido volverá a encontrar su gran sensibilidad natural y se dará el derecho de no ser siempre perfecto (en el mundo físico, claro).
Solamente he enumerado una ínfima parte de todos los cambios maravillosos que aparecerán en su vida a medida que sus heridas disminuyan. Su entorno le hará sin duda notar sus bellas transformaciones.
Solamente le queda dar un paso y consiste en decidir ocuparse de su curación a partir de ahora y no esperar que los demás cambien para tener una calidad de vida mejor. ¡Solamente puede conseguirlo aceptándose!
Lise Bourbeau.Autora y fundadora de la Escuela Escucha tu Cuerpo.
En Mayo de 2018 Lise Bourbeau viene a España personalmente
para compartir 2 talleres en Barcelona: 5 y 6 de Mayo VIVIR EN ARMONÍA Aprende a vivir en armonía contigo mismo y con los demás
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